Varias perlitas pudieron observarse, que debieran ser tenidas en cuenta por las autoridades correspondientes. Entre ellas, la bajante dejó al descubierto una antigua construcción en la zona de Pozos Verdes de lo que fuera una vivienda. Unos metros más allá, casi al borde del hilo de agua que hoy alimenta el embalse, un pozo de material de 40 centímetros de diámetro y desconocida profundidad sin mayor prevención que un caño cruzado sobre su boca y con una rama seca en su interior, daba cuenta de su existencia, tal lo grafica la foto. El pozo en cuestión, era motivo de atracción de numerosos niños que jugaban arrojando piedras a su interior.
En el mismo predio, antes concesionado y hoy, según lo indica un cartel de la Dipas, de dominio público, numerosos escombros dan cuenta de lo que en el pasado fueron asadores y bancos para ser usados por los visitantes. En numerosos sectores del perilago la basura es el denominador común del paisaje. Si bien estas actitudes deben ser motivo de reprobación de los desaprensivos visitantes, es menester trabajar por la higiene y seguridad del paseo emblema de nuestra ciudad.