La publicación masiva de un listado detallando 125 supuestos puntos de venta y distribución de drogas ha venido a agitar el ambiente en Rio Ceballos.
La nómina, colgada de una página de Internet, era conocida a medias por quienes se involucraron con un padre de nuestra ciudad quien en una nota publicada en La voz del Interior a principios de este año ya había comenzado a mover las aguas, tendiente a que quedara al descubierto un negocio que acaba con la vida de nuestros jóvenes en Rio Ceballos. Este mismo padre en declaraciones a Radio Turismo trató de despegarse de la nómina publicada y a la que cualquiera puede acceder desde Internet.
Hemos recibido un mail, remitido por un supuesto Pedro Rolando Prospero Ramos, donde se nos detalla con nombres, apellidos, domicilios, teléfonos particulares y dominio de vehículos, quienes, cómo, cuando y donde comercializan estupefacientes. Quienes serían los supuestos “dealers” y el modus operandi de estos, en nuestra ciudad. Si uno se deja llevar por el impulso, cualquiera que leyera ese listado, debería hacer justicia por manos propias a más de un vecino de nuestra ciudad por ensuciar la vida de nuestros hijos y amigos de nuestros hijos. Pero el listado va más allá. Lejos de ser una actitud de valentía, debiera uno ser lo suficientemente prudente para entablar acusaciones como las que allí se vierten, involucrando a quienes usan droga para consumo personal con sujetos de la calaña de los más encumbrados narcotraficantes. Impunemente, al igual que los “dealers”, detalla nombres de conocidos vecinos de Rio Ceballos, números de teléfonos celulares y domicilios personales sin mayor certeza que la presunción de que se ejerza ilegalmente el comercio de la droga. Impunemente también, porque se ampara en un supuesto nombre para realizar su denuncia.
Este tipo de acusaciones e “investigaciones” debieran desestimarse ya que a mi humilde criterio, entorpece el accionar de los investigadores de la fuerza policial llegando, incluso, a violar la intimidad de las personas, derecho constitucional adquirido.
Que la droga, consumo y venta en nuestra ciudad es algo real, no lo negamos. Que cientos de jóvenes de nuestra ciudad consumen, no lo desconocemos. Un padre, visiblemente angustiado por conocer la adicción de su hijo a la marihuana, llegó a mi casa a pedirme ayuda, desde mi rol de comunicador, para lograr sacar de la droga a su hijo. Que los lugares en los que se consume y las personas que la comercializan, son “vox populi” lo son. Pero ante este tipo de situaciones y acusaciones la verdadera acción pasa por la prudencia y la responsabilidad. Por la educación y contención de nuestros hijos. La verdadera prudencia y responsabilidad, pasa por involucrarnos.
A las fuerzas policiales les corresponderá el combatir el delito y realizar las acciones correspondientes tendientes a desbaratar las organizaciones, pequeñas o grandes, dedicadas al narcotráfico. A la escuela, a los gobernantes, a las demás instituciones de la sociedad y a la familia principalmente, brindar el ámbito de la contención y las herramientas para paliar esta realidad a la que nadie puede escapar y mucho menos desconocer. Así, construiremos una sociedad responsable y haremos mucho más para apartar a nuestros hijos de los malos hábitos.
La nómina, colgada de una página de Internet, era conocida a medias por quienes se involucraron con un padre de nuestra ciudad quien en una nota publicada en La voz del Interior a principios de este año ya había comenzado a mover las aguas, tendiente a que quedara al descubierto un negocio que acaba con la vida de nuestros jóvenes en Rio Ceballos. Este mismo padre en declaraciones a Radio Turismo trató de despegarse de la nómina publicada y a la que cualquiera puede acceder desde Internet.
Hemos recibido un mail, remitido por un supuesto Pedro Rolando Prospero Ramos, donde se nos detalla con nombres, apellidos, domicilios, teléfonos particulares y dominio de vehículos, quienes, cómo, cuando y donde comercializan estupefacientes. Quienes serían los supuestos “dealers” y el modus operandi de estos, en nuestra ciudad. Si uno se deja llevar por el impulso, cualquiera que leyera ese listado, debería hacer justicia por manos propias a más de un vecino de nuestra ciudad por ensuciar la vida de nuestros hijos y amigos de nuestros hijos. Pero el listado va más allá. Lejos de ser una actitud de valentía, debiera uno ser lo suficientemente prudente para entablar acusaciones como las que allí se vierten, involucrando a quienes usan droga para consumo personal con sujetos de la calaña de los más encumbrados narcotraficantes. Impunemente, al igual que los “dealers”, detalla nombres de conocidos vecinos de Rio Ceballos, números de teléfonos celulares y domicilios personales sin mayor certeza que la presunción de que se ejerza ilegalmente el comercio de la droga. Impunemente también, porque se ampara en un supuesto nombre para realizar su denuncia.
Este tipo de acusaciones e “investigaciones” debieran desestimarse ya que a mi humilde criterio, entorpece el accionar de los investigadores de la fuerza policial llegando, incluso, a violar la intimidad de las personas, derecho constitucional adquirido.
Que la droga, consumo y venta en nuestra ciudad es algo real, no lo negamos. Que cientos de jóvenes de nuestra ciudad consumen, no lo desconocemos. Un padre, visiblemente angustiado por conocer la adicción de su hijo a la marihuana, llegó a mi casa a pedirme ayuda, desde mi rol de comunicador, para lograr sacar de la droga a su hijo. Que los lugares en los que se consume y las personas que la comercializan, son “vox populi” lo son. Pero ante este tipo de situaciones y acusaciones la verdadera acción pasa por la prudencia y la responsabilidad. Por la educación y contención de nuestros hijos. La verdadera prudencia y responsabilidad, pasa por involucrarnos.
A las fuerzas policiales les corresponderá el combatir el delito y realizar las acciones correspondientes tendientes a desbaratar las organizaciones, pequeñas o grandes, dedicadas al narcotráfico. A la escuela, a los gobernantes, a las demás instituciones de la sociedad y a la familia principalmente, brindar el ámbito de la contención y las herramientas para paliar esta realidad a la que nadie puede escapar y mucho menos desconocer. Así, construiremos una sociedad responsable y haremos mucho más para apartar a nuestros hijos de los malos hábitos.